Aplicaciones de los Satélites Artificiales
Estos artefactos son muy útiles
para el hombre moderno, son los protagonistas principales de las comunicaciones
en el mundo; gracias a ellos, recibimos señales de televisión, de radio y
teléfono, o tenemos información valiosa del clima, de nuestro medio ambiente y
del espacio.
Hasta ahora tienen como principal
objetivo estudiar la Tierra -superficie, atmósfera y entorno- y los demás
cuerpos celestes. En el inicio de la exploración espacial, se consideró prioritario
conocer las condiciones que imperaban sobre un objeto que girara repetidamente
alrededor del planeta. Esto era necesario, pues poco tiempo más tarde el propio
hombre debería viajar al espacio. Estos aparatos permitieron que el
conocimiento del Universo sea mucho más preciso en la actualidad. Los satélites
artificiales tienen muchas aplicaciones en la vida cotidiana. Muchos de ellos
sirven para realizar telecomunicaciones, como el Internet, la televisión y el
teléfono.
Otros satélites se utilizan para investigar
el espacio exterior, las estrellas y galaxias y otros para observar fenómenos
que ocurren en la tierra.
Existen además satélites, como la
estación espacial internacional, que se utilizan para realizar experimentos
científicos en el espacio.
Ø USO
EN TELEFONÍA Y TELEVISIÓN: En una primera fase, los satélites
nacionales estadounidenses se utilizaron principalmente para comunicaciones
telefónicas de larga distancia; las transmisiones televisivas aparecían sólo
esporádicamente. En 1975. Un servicio estadounidense de televisión de pago, con
menos de 60.000 abonados, anunció que utilizaría un satélite nacional para
distribuir sus programas a las redes de TV vía cable de todo el país. El 30 de
septiembre de 1975, Home Box Office Inc. (HBO) distribuyó a redes vía cables
afiliados, de Florida y Mississippi, la retransmisión en directo del encuentro
de boxeo, válido para el campeonato mundial de los pesos pesados, entre
Muhammad Allí y Joe Frazier.
Ø USO
EN METEOROLOGÍA: Aunque las imágenes del tiempo proporcionadas por el
Meteosat aparecen todos los días en las televisiones europeas, la mayoría de
nosotros no nos damos cuente de hasta qué punto dependemos de las previsiones
meteorológicas precisas. Solamente en términos de ahorro de recursos, la
contribución de la meteorología europea es considerable.
La importancia de la meteorología en muchos
campos de la actividad humana hizo comprender rápidamente a Europa que, para
las previsiones del tiempo, no era posible depender de otros países. Así, uno
de los primeros empeños de la Agencia Espacial Europea fue precisamente lanzar
satélites meteorológicos.
El primero de la serie fue puesto
en órbita en noviembre de 1977. Se trataba del Meteosat-1, seguido del
Meteosat-2 en junio de 1981. El Meteosat-3 fue llevado al espacio en junio de
1988; en marzo de 1989 le tocó el turno al Meteosat-4, llamado también MOP-1;
en marzo de 1991 partió el Meteosat-5 o MOP-2 y, en noviembre de 1993, el
Meteosat-6 o MOP-3. Actualmente, tres de ellos todavía están en activo: el
MOP-1, el MOP-2 y el MOP-3, que giran alrededor de la Tierra a 36.000 km de
altura en órbita geoestacionaria.
Ø USOS
CIENTÍFICOS: Para estudio del universo y de los cuerpos celestes, para
fotografías la superficie terrestre y analizar suelos, relieves, recursos
naturales y cualquier tipo de otra información que sea complicado su acceso.
Constituyen la familia más
numerosa, si se exceptúa la de los utilizados con fines militares. Ello es así
por varias razones: en primer lugar, el espacio que circunda la Tierra es poco
conocido; desde muchos puntos de vista interesa conocer la distribución de las
radiaciones que abarcan toda la gama del espectro, desde los rayos X a las
ondas de radio, meteoritos, capas ionizadas, campos magnéticos de origen no
sólo terrestre, sino también solar e interplanetario, etc.
Algunos satélites han sido
diseñados para obtener información sobre diversos aspectos relacionados con
nuestro planeta: las capas ionizadas que lo rodean, la densidad y composición
de la alta atmósfera, la intensidad de la radiación térmica recibida por la
Tierra y el porcentaje que vuelve al espacio al reflejarse en las nubes o en la
superficie, la confección de un mapa del campo magnético en torno al planeta,
la naturaleza y energía de las partículas que componen los cinturones de
radiación, características de la ionosfera en cuanto a transparencia a diversas
frecuencias de radio, etc.
Ø A INVESTIGACIONES ASTRONÓMICAS: Sobre
todo en el campo de la radioastronomía. A este respecto, los satélites
artificiales son muy útiles, ya que las radiaciones de determinadas longitudes
de onda de procedencia interplanetaria son filtradas por la atmósfera y no
pueden ser captadas por los radiotelescopios instalados en la superficie
terrestre. Por tanto, la única manera de detectarlas es instalando equipos
receptores por encima de la atmósfera.
Ø ESTUDIO DEL SOL: las tormentas que a
veces se desencadenan en la fotosfera, la evolución de las manchas solares y el
“viento solar” o chorro de partículas subatómicas que continuamente son
emitidas por nuestra estrella. También los hay especializados en la fotografía
estelar, no ya en la gama de la luz visible, sino en la del ultravioleta, gran
parte de la cual es retenida por la atmósfera. En cambio, los observatorios en
órbita terrestre nunca se emplean para fotografiar planetas; es mucho más
provechoso recurrir a sondas interplanetarias que sobrevuelan el objetivo a
poca distancia, obteniendo imágenes mucho más detalladas.
Ø USO
COMO G.P.S.: El Global Positioning System es una red
de satélites que identifica con extrema precisión cualquier posición, y gracias
a la cual es imposible perderse. Hasta no hace mucho, todo aquel que se
aventuraba en pleno océano sólo disponía para calcular su posición de la
observación de las estrellas o del uso de la brújula y el sextante. Ahora,
gracias a la moderna tecnología de los satélites, es posible efectuar esta
operación de un modo más sencillo.
Con la simple presión de un botón
de un pequeño instrumento portátil, el Global Positioning System
(Sistema de Posicionamiento Global), podemos determinar nuestra posición con un
error de pocos metros. Esta tecnología va destinada a pilotos, marinos,
alpinistas y a cualquier individuo que desee o deba conocer su propia posición
con un margen de error muy pequeño.
El empleo de satélites para la
navegación o la determinación de localizaciones no son nuevo. En 1959, la
Marina militar norteamericana lanzó su primer satélite Transit para uso de los
submarinos lanzamisiles Polaris y de los buques de combate de superficie; este
sistema permitía determinar la posición con un error de 150 metros.
El Global Positioning System es
todavía más preciso. Establecido y controlado por las fuerzas armadas
estadounidenses, utiliza una red de 24 satélites Navstar, 21 de los cuales
están en activo y tres son de reserva, colocados en seis planos orbitales que
se cruzan a una altura de 20.000 km. El primero de estos satélites fue lanzado
en 1978, pero el sistema no llegó a ser operativo hasta 1987, cuando hubo en
órbita 12 satélites; en diciembre de 1993, la red quedó completada.
Ø REGISTRO
DE METEORITOS: Desde los primeros años de la investigación espacial,
uno de los puntos de estudio más importantes fue investigar acerca de la
abundancia y distribución de micro-meteoritos en las proximidades de la Tierra.
Estos son partículas que en general no superan el milímetro de diámetro y que,
moviéndose a enormes velocidades, a veces entran en la atmósfera terrestre,
donde la fricción del aire los desintegra.
Al principio se exageró mucho
acerca del peligro que los meteoritos representarían de cara a futuros viajes
espaciales tripulados. Hoy se sabe que las partículas de más de un milímetro de
diámetro son muy raras, tanto que una nave podría permanecer en el espacio
durante años sin encontrar ninguna en su camino. En cuanto a los granos de
polvo cósmico, aunque más abundantes, tampoco ofrecen motivo de preocupación.
Por lo general se volatizan al chocar contra las paredes del vehículo, por muy
delgadas que éstas sean.
En 1965 se lanzó el primero de
los grandes satélites Pegasus, destinados exclusivamente al estudio
de los meteoritos, listaban equipados con unas grandes “alas” constituidas por
más de doscientos elementos sensores: dos láminas de cobre o aluminio separadas
por una de material aislante, con lo que formaban otros tantos condensadores
eléctricos, cargados a una tensión de 40 voltios. Cada vez que un meteorito
atravesaba una de tales células, el calor desarrollado en el impacto vaporizaba
parte del metal y el aislante, estableciendo un momentáneo corto circuito entre
las dos láminas. A continuación, el condensador se descargaba y transmitía a In
Tierra la correspondiente señal. Una vez disipado el vapor, el condensador
volvía u cargarse y quedaba en disposición de registrar nuevos choques.
Durante su primer año de
funcionamiento, y por metro cuadrado de superficie sensible, el Pegasus 1
detectó 57 partículas con energía suficiente para atravesar 37 milésimas de
milímetro de aluminio; cinco en sus células de 2 décimas de milímetro y sólo
dos en las de 4 décimas.
Ø MEDIDA
DE LAS RADIACIONES: La radiación es una forma de energía que se encuentra
en el espacio en múltiples formas. La luz corriente es radiación; las ondas de
radio, los rayos X e incluso el calor emitido por un cuerpo a cualquier
temperatura también lo son. Todas ellas se agrupan bajo la denominación común
de “radiación electromagnética”; el único factor que permite diferenciarlas es
su frecuencia o longitud de onda.
En cuanto a la medición de las
radiaciones ultravioletas e infrarrojas, existen dispositivos fotoeléctricos
sensibles a diferentes bandas de frecuencias, de modo que resulta muy fácil
seleccionar la que se desea estudiar. Ciertos tipos de satélites disponen de
mecanismos de orientación para mantener tales sensores continuamente dirigidos
hacía la fuente de radiación, por lo general el Sol o la propia Tierra.
Ø ESTUDIO
DEL MAGNETISMO: El campo magnético que rodea nuestro planeta es el
resultado de la superposición de varios campos de origen diverso: el propio
campo magnético terrestre, el solar y el de origen galáctico, que en conjunto
originan un cuadro de enorme complejidad, sujeto, además, a incesantes
variaciones.
Por lo general, los magnetómetros
de que van provistos los satélites artificiales son instrumentos tan sensibles
que pueden ser perturbados incluso por las corrientes eléctricas que
circulan por los equipos de a bordo del satélite o por sus piezas metálicas.
Por tanto, los dispositivos sensores se mielen situar en el extremo de
largas pértigas que se despliegan automáticamente al entrar en órbita.
Usos de los Satélites Artificiales
Autor: López Morales Elsa Victoria
N/L: 23
HOLAAAAAAAAAAAAAAAAA saludos :v
ResponderEliminarADiós jaja troleado :,uuuu
EliminarOLA :v
Eliminar4ºd jajaja
Eliminarsi
EliminarMe gustan grandes y negras 😳
ResponderEliminarJAJAJAJAJA que pedo
Eliminarjuan
ResponderEliminark
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